Hi Friend,
Happy National Bartenders Day! Meet Terry Greenwald, Secretary-Treasurer of Bartenders Union Local 165.
"I was born and raised in Brooklyn, New York, and I lived there until I was 18 years old. I originally came to Las Vegas to attend UNLV and to get a degree in hotel management, but I left school and became an apprentice bartender, or “bar boy” as they called it back then, at the Sands Hotel in 1972.
When I applied to my job at the Sands Hotel, they sent me to the Bartenders Union Local 165 office. I quickly realized that union bartenders were making a better living with good benefits and job security - and with less hours than a manager.
In my career, I have seen managers come and go, but I saw my wages and pensions go up. We made $5 an hour back then, and a few years later we made $10 and the dealers were still making $5. You could see what the hotels paid the non-union members, and they would get fired for no reason since they were at-will employees, just like they are today. The hotels wouldn’t give workers fair wages and good benefits if there was no union.
In Solidarity,
Geoconda Argüello-Kline, Secretary-Treasurer
Ted Pappageorge, President
¡Feliz Día Nacional de Cantineros! Le presentamos a Terry Greenwald, Secretario-Tesorero de la Unión de Cantineros, Local 165.
Nací y crecí en Brooklyn, Nueva York, y viví ahí hasta los 18 años de edad.
Originalmente vine a Las Vegas para asistir a la universidad UNLV y obtener un título en administración de hoteles. Pero dejé la universidad y me hice aprendiz de cantinero, o “bar boy” –como le llamaban en aquél entonces– en el hotel Sands en 1972. Ahí fue cuando conocí al papá de Ted Pappageorge, que en aquellos tiempos era el gerente del bar en el Sands.
Cuando solicité el empleo en el hotel Sands, me enviaron a la oficina del sindicato de cantineros, al Local 165. Pronto me di cuenta de que los cantineros sindicalizados ganaban más dinero, con buenos beneficios y seguridad laboral – y con menos horas que un gerente.
En mi carrera, he visto gerentes ir y venir, pero yo veía como mi sueldo y mi pensión seguían subiendo. Ganábamos $5 por hora en aquel entonces, y pocos años después ganábamos $10 pero los repartidores de baraja todavía ganaban $5. Nosotros podíamos ver lo que los hoteles les pagaban a los trabajadores sin sindicato, y que los despedían sin motivo ya que eran empleados “a voluntad”, tal como lo son hoy en día. Los hoteles no les darían a los trabajadores sueldos justos ni buenos beneficios si no existiera el sindicato. Si no hubiera sindicatos en esta ciudad, ¡nos tratarían peor!