FAITH IN ACTION

Friend,

One year ago today, George Floyd was murdered by former police officer, Derek Chauvin.

George was a father, a son, a brother, a friend, and a Black man in America who should still be alive today.  

After years of protesting police brutality, learning about the cruelty of George Floyd’s death broke my heart - again. For years the story has been the same. When police apply lethal force to a Black person - a child playing at the playground, a woman asleep in her home, a man going for a jog, a child returning home from grabbing snacks, a man being stopped for tinted windows, a woman being stopped for changing lanes without signaling, a man shopping for a toy, and on, and on, and on - in the instances the offending officer is charged with a crime, they rarely face conviction. 

Watching a system constantly devalue the lives of Black people is heartbreaking. 

Because of Darnella Frazier’s bravery - an ordinary young woman who saw Floyd struggle for breath, understood the injustice of what she was seeing, and courageously recorded the tragedy in an effort to make sure everyone could see what she saw - the world bore witness to this system’s cruelty. 

As people watched Ms. Frazier’s video, the people of Minneapolis responded the same way people responded in Ferguson, responded in New York, in Oakland, in Cleveland, in Baltimore, and in Louisville - with protective love and protest.

People across the country, and then around the world, watched the video of George Floyd begging for his life. Protests erupted in big cities, in small towns, on every continent. People around the globe demanded accountability for the loss of another Black life to state-sanctioned violence. Accountability for another Black life on American soil lost to police.

The most powerful healing agent is love. Though my heart still breaks at the lives lost to police violence, the global demand for justice - love made public - offered me much needed healing. 

By activating, mobilizing, and inspiring communities to fight for change we will not bring George Floyd back, but we will make certain that the legacy of his death are policies rooted in love and compassion that result in true safety for our communities. 

The shift in conversations around police violence, funding mental health programs, finding alternatives to gun violence in our communities and policing is all evidence that the power of the people organizing is still our greatest tool for social change and community healing.

Since George Floyd’s passing we have put pressure on our elected leaders to reconsider public safety, to center our communities in deciding how we can be safe. It is our duty to maintain that pressure, and there is still much work to be done. We must continue to say his name and put our faith into action for justice.

In solidarity,Rev. Alvin HerringExecutive DirectorFaith in Action
 

Amig@,

Hace un año hoy, George Floyd fue asesinado por el ex−agente de la policía, Derek Chauvin.

George era un padre, un hijo, un hermano, un amigo, y un hombre de raza negra en América que todavía debería estar vivo hoy.

Después de años de protestar contra la brutalidad de la policía, enterarme de la crueldad de la muerte de George Floyd me rompió el corazón – de nuevo. Por años la historia ha sido la misma. Cuando la policía aplica fuerza letal a una persona de raza negra – un niño jugando en el parque infantil, una mujer dormida en su casa, un hombre que sale a correr, un niño regresando a casa después de obtener unas golosinas, un hombre detenido por tener los vidrios polarizados, una mujer detenida por cambiar carriles sin señalar, un hombre comprando un juguete, etc., etc., etc. – en las instancias que el agente transgresor es acusado de un delito, muy raras veces reciben una condena. 

Observar a un sistema que constantemente devalúa las vidas de las personas de raza negra parte el corazón. 

Debido a la valentía de Darnella Frazier – una mujer joven cotidiana que observó a Floyd luchando por respirar, comprendió la injusticia de lo que estaba observando, y valientemente grabó la tragedia para tratar de asegurar que todos pudieran ver lo que ella estaba viendo – el mundo fue testigo de la crueldad de este sistema. 

Mientras las personas veían el video de la Sra. Frazier, las personas de Minneapolis respondieron de la misma manera en que respondieron las personas de Ferguson, que las personas en Nueva York, en Oakland, en Cleveland, en Baltimore, y en Louisville – con amor protector y protesta.

Las personas en todo el país, y luego alrededor del mundo, vieron el video de George Floyd rogando por su vida. Las protestas estallaron en las grandes ciudades, en los pueblos pequeños, en todos los continentes. Las personas alrededor del mundo exigieron la rendición de cuentas por la pérdida de otra vida de raza negra a la violencia sancionada por el estado.  Rendición de cuentas por otra vida de raza negra en tierra americana perdida por la policía.

El agente de sanación más poderoso es el amor.  Aunque mi corazón sigue rompiéndose por las vidas que se han perdido debido a la violencia de la policía, la exigencia global por justicia – amor hecho público – me ofreció una sanación muy necesaria. 

Al activar, movilizar e inspirar a las comunidades a luchar por el cambio, no recuperaremos a George Floyd, pero aseguraremos que el legado de su muerte sean políticas arraigadas en el amor y compasión que resultan en una seguridad verdadera para nuestras comunidades.

El cambio en las conversaciones acerca de la violencia policial, la subvención de los programas de salud mental, encontrar alternativas a la violencia de armas y la vigilancia policial en nuestras comunidades son pruebas que el poder de las personas organizando sigue siendo nuestra mejor herramienta para obtener el cambio social y la sanación de la comunidad.

Desde el fallecimiento de George Floyd, hemos presionado a nuestros líderes electos para que reconsideren la seguridad pública, para centrar nuestras comunidades y decidir cómo podemos mantenernos seguros. Es nuestro deber mantener esa presión, y queda mucho trabajo por hacer. Debemos seguir diciendo su nombre y poner nuestra fe en acción por la justicia.

En solidaridad, Rev. Alvin HerringDirector EjecutivoFe en Acción

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