Amigas y compañeres, Les escribo desde las montañas centrales de Honduras en Siguatepeque, donde tengo la suerte de estar pasando la semana con más de 100 líderes feministas de base que se están reuniendo desde Uruguay, Perú, Cuba, Colombia, Venezuela, Brasil y más allá para compartir el poder de la educación popular y la colaboración internacionalista en nuestros movimientos. Formar parte de nuestra primera Escuela Internacional de Organización Feminista Berta Cáceres me llena el corazón de alegría y reverencia. Estoy encendida por el compromiso con la resistencia, las diferentes estrategias que los grupos están utilizando para disputar el poder, las formas en que las personas están descolonizando sus prácticas y relaciones, y lo profundamente que todos nos preocupamos por nuestras comunidades. Me inspiran las conversaciones y debates sobre nuestros cuerpos como los primeros territorios a los que tenemos acceso y cómo el capitalismo y la extracción socavan tanto nuestra autonomía corporal
como el bienestar de nuestro planeta. También estoy pensando en cómo nos relacionamos con el Estado como movimientos, dentro de nuestros países de origen y más allá de las fronteras, y en cómo podemos ser más solidarios en Estados Unidos con el Sur Global. Estamos modelando una parte esencial de lo que nuestro mundo necesita, lo que va a las raíces mismas de la creación del GGJ: solidaridad y colaboración internacionalistas.
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